Ricardo Vaz y Joao Pedro Falcao de Campos construyeron un pabellón en la explanada junto al río Tajo con perfiles de acero pintados de blanco y atornillados junto con vidrio. Cuando las fachadas se convierten en la azotea, el patrón cambia y el vidrio se convierte en acero. El resultado de esto, es un ritmo alternante de planicie y relieve, un juego entre cerrado y abierto. Este juego se ve reforzado por el hecho de que el cristal de las elevaciones largas puede ser completamente abierto entre las secciones superiores e inferiores que se extienden más allá del volumen- con lo que el pabellón se convierte en un bar al aire libre. Todas las funciones que pudieran quitar el enfoque de la atención de la apertura y del patrón de los perfiles, como lo podrían ser la cocina y los baños, se han escondido para quedar fuera de la vista y debajo de la tierra.